ALMAS LÍQUIDAS Autores: Óscar (El Salvador) Raymond (México) y Lola (España) ELLA Ella tenía que estar en contacto con el agua. Se lavaba las manos una y otra vez. Bajo la ducha se enjabonaba lentamente mientras sentía caer las gotas calientes a sus pies. Hoy era un día de tormenta, el aguacero regaba las calles, las plazas, los campos y la hacía sentir plena de dicha, pues esos días podía abandonar su refugio tras los grandes ventanales y salir al descampado para chapotear en los charcos como una niña. Su amor por el agua era tan intenso que no faltó más de algún especialista que le dijo que tenía un Trastorno Obsesivo Compulsivo. Le daba igual. Pronto se trasladaría a la zona costera donde podría saltar por los arrecifes y entre las rocas, lanzarse al agua, pasear sin rumbo por la orilla. EL El adoraba sentir el contacto sensual del agua cuando en la bañera resbalaba el chorro por su espalda. A veces s
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ALMAS LIQUIDAS varios autores
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Es tiempo de reflexionar, de pensar, de sentir... cuando pienso que nuestra vivencia vital es efímera. Es cuando ahora, que he elegido estar más tiempo junto a los míos El mantener durante unos tres años un blog colectivo es complicado. No pido nada, no busco nada. Un abrazo a todos los que habéis colaborado con vuestros aportes. ¡Gracias!
LA ÚLTIMA BOCANADA/José García
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“Si fumar es un placer, ¿Por qué hacer de ello un vicio?” A causa del cigarro tuve otro día de insomnio. Sé que no debo fumar. ¿Pero que se puede hacer en la madrugada y solo?… en un cuarto de hospital .Cada noche para mi es lo mismo, sin embargo hoy siento limpio el aire recorrerme. Siempre escuché que “fumar mata” , pero teniéndolo en la boca, oliendo su humo que tirita conforme el fuego va corriendo, y luego recorrer el esófago como remolino, humedecer las paredes de la garganta… ! Uff ¡ La gloria. De todo lo inhalado y exhalado sólo, una mínima parte se exilia del carrete de papel, lo demás invade, es irreflexivo. Un desmadre arrastrar el cilindro de oxígeno. Más cuando va conectado a mis fosas nasales. Mis alergias empeoran en otoño: quedando recluido un buen rato aquí. ¿Quién iba a decir que los cigarrillos raros del abuelo, no los dejaría? Recuerdo cuando lo iba preparando: Tomaba el tabaco picado y lo envolvía en una hoja de papel en forma de cilindro,
LLUEVE/Carmen Urbieta
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Llueve. Sigue lloviendo acorde, impenitentemente... Gotas caídas del cielo plomizo suaves, acordes... impenitentes. Creía haber sepultado la ternura bajo los rayos del sol. Y ésta sale a mi encuentro nuevamente manchando mis cristales... Descorro el lienzo de mis nostalgias y veo las rosas sobre el césped; contra la tierra mojada. Es el momento de los recuentos. El haz y el envés de la hoja del arce. La sonrisa aflora. Viene con la brisa dulce de un día de marzo. La mar esparce impetuosa su espuma por la bahía. El olor a salitre encharca tu piel y tu pelo. Reflejo de ti mismo, te pones presuroso los vaqueros y corres al encuentro de las olas, bajo la árida luz de la mañana. Llueve. Tus verdes botas de goma ya están preparadas. El anorak blanco con capucha espera ser descolgado de la percha. Y mientras, llueve... Aunque aquí dentro todo sigue igual... que cuando no llueve. Pero llueve, llueve, llueve... Con suavidad acorde, impenitente... caritativa casi. Llueve y
Y ENTONCES SERÉ/Mos
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Y ENTONCES SERÉ Decidme, ¡oh, nubes!, ¿podría irme con vosotras? Hoy quisiera saberlo, despejar la gran incógnita que me planteo cada mañana al contemplaros. Tal vez quiera escucharme el viento poderoso, el mismo que os pasea por el cielo hasta mis ojos; quizá hoy se apiade y me arrastre a vuestro lado. No, no estoy loco. Los locos son los demás. Ellos. Los que siempre pisan con los pies en la tierra. Los que guardaron las utopías en el viejo desván. Los que tanto tienen y más quieren y tan poco valen. Llevadme con vosotras y seré vida, seré agua; un hijo en vuestro vientre, manantial de lluvia nueva. Bajad a por mí, haceros niebla entre mis brazos. Y entonces seré. Seré por fin lo que nunca pude ser. © Mos
MICRORRETO Nº4; LA SONRISA - EL TINTERO DE ORO
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MICRORRETO Nº 4: LA SONRISA - EL TINTERO DE ORO La ciudad imaginaria (variaciones para un sueño) I Me acostumbré de tal manera a su presencia, a la voz que se adentraba en mi pecho y acariciaba mis hombros, al cálido tono con el que interpretaba magistralmente sus canciones, que cada noche sentada en la esquina de mi cama le soñaba, le invitaba a acompañarme entre mis sábanas aladas, jugueteando con su abrazo de terciopelo azul y sus inquietas manos recorriendo los cabos y golfos del mapa geográfico de mi tembloroso cuerpo, entregado a sus caprichos. II Pronto sucumbí al hipnótico deseo de llegar hasta la ciudad flotante y luminosa, alfombrada de tupidas madreselvas y fuentes adornando sus calles. Con puentes donde cruzaban el olvido y el recuerdo, cada uno de espaldas al otro y avenidas de la libertad robada e hipotecada vilmente. No tardé un segundo en instalar mi campamento de refugiados del desamor y la desesperanza, que casi de forma instantánea, acabó abarro
ALGO DE QUE HABLAR José García
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El momento que antecede al atardecer cubrió el hospital de un clima frío. –¿Hola? Lamento llegar tarde. Sí, me moje un poco, pero te aseguro que no me enfermo. ¿Esos golpes en la ventana? No es granizo, es una torrencial lluvia rebelde que está de paso… Escucha como va aminorando. ¿Cómo has estado? No me mientas. Ya me entere por la enfermera que haces tus “pucheros” a la hora de la comida. Te acuerdas que tenemos un pacto, tú te alimentas y yo, veo te den de alta. Por cierto te mandan saludo los nietos. No. No te cambio la plática, pero ya deja de hacedlas enojar, sobre todo a doña Claudia que se ha portado bien contigo. ¿Qué cómo lo sé? Mi hermana me tiene al tanto. Que te puedo platicar. El trabajo, bien. Por cierto te manda saludar mi jefe, Don Anselmo, el que te presente en la fiesta del día de la madre. No, no el de ojos azules…ese es jefe del compadre Pancho. ¡Ándale! El que usa peluquín, él chaparrón y regordete que cada vez que habla salpica saliva.
MUJER NUEVA/María Magdalena Gabetta
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MUJER NUEVA Permití que fluyeran hacia mi superficie de espejos opacos , recónditas criaturas internas ocupantes oscuros de mis mundos, habitantes de mis túneles, personajes de mis más temidas pesadillas.. Alivié mi alma de pesadas cadenas, forjadas en dolor, silencios, ausencias. Me perdoné aspirando la pureza del aire que me rodeaba, aire de liberaciones y bienaventuranzas para poder avanzar en el camino borrando bifurcaciones, superándome. Cautericé a fuego mis ulcerosas heridas. Transformé mis oscuros habitantes en adoradores del sol, enamorados de la luna. Ahuyenté los negros cuervos de malditos presagios dando paso a la sanidad del espíritu. Despegué la piel muerta que me cubría entera, para que de mis cenizas, de mis oquedades naciera una mujer nueva. María Magdalena Gabetta. Poeta y cuentista argentina residente en la ciudad de Río Tercero, en la Provincia de Córdoba. Publica sus obras en El País Literario (España); Letras Libres (Israel);