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Mostrando entradas de marzo, 2018

LAS MARIONETAS/Ana Palacios

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Hace muchos años, en un lejano lugar llamado Fantasía se utilizaba el teatro de títeres como entretenimiento y como medio de comunicación. Una vez realizados, estos originales muñecos eran guardados en un gran cobertizo y cuando la noche extendía su manto, según contaban los lugareños, los títeres cobraban vida y ejercitaban las pruebas necesarias para perfeccionar el papel que les tocaba realizar en la función. A   las marionetas las ponía en movimiento un maestro titiritero y como esto ocurría en un lugar fantástico, fantástica era también la relación entre el   artista y los títeres. Entre ellos existía el pacto de que solo eran exhibidos cuando estaban preparados; por tanto, era su actitud la que indicaba al maestro cuando había llegado el momento. En un lugar destacado del cobertizo colgaba un grupo de marionetas formado por tres curiosos muñecos y un terrible dragón. Pese a llevar mucho tiempo allí, no se podían exhibir, porque sus   hilos siempre estaban enredado

PALABRAS CRUZADAS/Eva Loureiro vilarelle

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Palabras cruzadas Llegué tan sonado de la guardia, que di un traspiés justo antes de abrir la nevera para dar un trago a morro de la botella de leche. Cuando tengo prisa la bebo así, sí, y eso que sé que Nuria se pondrá furiosa en cuanto se entere, porque le parece una guarrada. ¡Qué más le dará que deje mis babas si ella sólo la toma de soja! Aunque lo que más me mosquea en realidad es que se dé cuenta. ¡No sé cómo lo hace, pero cada vez que lo hago se entera! Ella dice que es porque soy de manual, y por eso me dio por leer sus revistas, a ver si entendía yo qué quería decir con aquello… tras tres o cuatro test de esos que les ponen para descubrir de qué pie cojean sus chicos, o para adivinar si les pondrán los cuernos, o para tener claro si son los verdaderos hombres de su vida, pues... ¡no me quedó más remedio que darle la razón!  Me tocó ser un chico tipo C, es decir, la opción predominante en sus respuestas. Y eso signifi

MI CAMINO/Pilar González

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Bajé a los mundos subterráneos y conocí a la Muerte. Una planicie de quietud y soledad me sacudió por dentro. El tiempo detenido, la vida rota, imaginé en aquel lugar funesto donde todo conspiraba para aterrorizarme. La Señora de Negro me miraba con sus ojos huecos y movía las manos óseas mientras me hablaba con palabras desconocidas. No entendía su lenguaje, pero de un modo extraño entendí lo que quería decirme. Luego emergí de las aguas serenas. De nuevo me encontré en la cúspide de la vida que me zarandeó como una montaña rusa y despertó mi consciencia. Una luz brilló en el cielo y me indicó el camino zigzagueante que me esperaba para seguir creciendo. Pilar González. https://pilargonzalezescritora.com

Con el beso en espiral que enamora (Premio Poesía "Torreón" de las Gabias, Granada)

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Ábreme la puerta, divina aurora, de tu corazón aterciopelado, pues desea el mío desesperado, tus carnosos labios besar ahora, con el beso en espiral que enamora, y acelera el latido apasionado de tu cielo que suspira entornado, rociarme con caricias en esta hora. Llama alada de variados fulgores, en el campo pleno de primavera, te donan su aroma todas las flores, mientras las aves trovan sus canciones, en la glauca orilla de la rivera donde se bañan nuestras emociones. CON EL BESO EN ESPIRAL QUE ENAMORA(c) Antonio Portillo Casado (del poemario VIENTOS DEL VERSO)

LA MEMORIA DE LOS PECES/David Serrano

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            Siempre había pensado que era una leyenda urbana. Desde crío había escuchado que cuando alguien está a las puertas de la muerte, veía pasar por su mente su vida a cámara rápida. Decían que todos los recuerdos (buenos y malos) y todas las personas importantes surgían del subconsciente, incluso gente que creías que no lo era y ahí te dabas cuenta de lo equivocado que estabas.             Yo no lo creía. ¿Cómo vamos a saber lo que ve alguien que está a punto de morir? Nadie que lo hubiese visto había vuelto para contarlo, y si alguno había vuelto, lo había hecho sin recuerdos de su vida anterior. Sin embargo, mientras caía al vacío me daba cuenta de que era verdad.             Llevaba cuatro años haciendo escalada libre. Sí, es un deporte arriesgado, pero la sensación de estar a trescientos o cuatrocientos metros de altura sabiendo que sólo tus manos te mantienen pegado a la pared, aferrado a este mundo, es algo difícil de explicar. La sensación de que

UN SACO DE HUESOS/Josep Mª Panades

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Estaba leyendo “Un saco de huesos”, de Stephen King, su escritor de novelas de terror favorito, cuando llamaron a la puerta. Consultó el reloj. Eran las siete. Vio, por la mirilla, a un individuo alto y muy delgado que no conocía de nada y cuyo aspecto le dio mala espina. Aun así, y sin saber por qué, le abrió. Según le dijo el desconocido, trabajaba para la oficina del censo y necesitaba recopilar una serie de datos con fines estadísticos. Así pues, le hizo pasar y le invitó a tomar asiento. ─Veo que le gusta Stephen King ─le dijo el visitante mirando la novela que descansaba sobre la mesita contigua al sillón en el que estaba sentado su anfitrión. ─Pues sí. Me encanta la literatura de terror ─le contestó éste, mientras la tomaba en sus manos y le mostraba la portada. ─Siento haberle interrumpido ─añadió aquél con cara de circunstancias. ─No importa. Estaba a punto de dejar la lectura pues va a empezar Bones, mi serie de televisión favorita ─le contestó, d

LA MAGIA DEL SONIDO/El Baile de Norte

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Aparcó el coche y se dispuso a subir a pie a la pequeña localidad que lo esperaba, encaramada en aquella roca desde hacía siglos. La enorme nevada que había caído la noche anterior sobre la región no le había impedido llegar hasta allí, pero había dejado una gruesa capa de nieve que le proporcionaba al paisaje ese toque irreal, de apariencia engañosa que, a Norte, le recordaba a la navidad.    Comenzó a caminar por una estrecha senda abierta en la nieve fresca, que discurría paralela a la carretera y que llevaba, en una espiral ascendente, al mismo corazón de la ciudad. A su izquierda, enormes contrafuertes ceñían las murallas que envolvían, como un cucurucho, a un puñado de casas desordenadas construidas con piedra arenisca de color rojizo. En todas aquellas superficies donde la nieve había logrado mantenerse en un precario equilibrio, luchando contra la gravedad, numerosos manchones blancos completaban la bella y fría estampa invern