PALABRAS CRUZADAS/Eva Loureiro vilarelle






Palabras cruzadas


Llegué tan sonado de la guardia, que di un traspiés justo antes de abrir la nevera para dar un trago a morro de la botella de leche. Cuando tengo prisa la bebo así, sí, y eso que sé que Nuria se pondrá furiosa en cuanto se entere, porque le parece una guarrada. ¡Qué más le dará que deje mis babas si ella sólo la toma de soja! Aunque lo que más me mosquea en realidad es que se dé cuenta. ¡No sé cómo lo hace, pero cada vez que lo hago se entera! Ella dice que es porque soy de manual, y por eso me dio por leer sus revistas, a ver si entendía yo qué quería decir con aquello… tras tres o cuatro test de esos que les ponen para descubrir de qué pie cojean sus chicos, o para adivinar si les pondrán los cuernos, o para tener claro si son los verdaderos hombres de su vida, pues... ¡no me quedó más remedio que darle la razón! 

Me tocó ser un chico tipo C, es decir, la opción predominante en sus respuestas. Y eso significa que soy atento, comprensivo, desordenado, un poco vago, olvidadizo, cariñoso, algo romántico, fiel, fogoso en la cama, y malhumorado si no duermo o como lo suficiente. ¡Joder, que lo clavaron, las muy…! Porque todas son redactoras, o psicólogas, o ginecólogas, o decoradoras, o estilistas, o especialistas en algo… y todas ellas mujeres de lo más inteligente las que pululan por las páginas de esas revistas, ¡y nos tienen calados! Que lo sepáis, Másters del Universo… En fin, igual exagero, porque cuando se lo conté a mi hermana —de esto hace ya más de tres años, que fue cuando empecé con mis ilustrativas lecturas para ponerme las pilas— le dio un ataque de risa. “¡¿Tú eres de los que busca sus síntomas en Google y ya encarga el ataúd, o qué?!”, me soltó con su voz de machorro —porque siempre fue más masculina que yo, todo hay que decirlo—. “Venga, Miriam, no digas tonterías que soy médico…”



“¡Entonces no las digas tú! ¿Desde cuándo eres tú romántico, a ver? ¡Si le pediste que se fuera a vivir contigo para que te pagara la mitad del alquiler!” En eso no se equivocaba, no, ella me conoce mejor que nadie, porque  sabe más de mi vida que yo… en algo tendrá que notarse que somos mellizos. A lo que iba, que me cagué en mis muelas al tropezar esta mañana medio zumbado, porque me di un golpe en la frente con la puerta del frigorífico, y ya tenía bastante jaqueca ¡como para aun encima eso…! Así que me fui directo a la cama sin comer ni nada, cayéndome de sueño, y me tiré sobre la colcha vestido y todo, que ni ganas de desnudarme tenía. Otra bronca que me caerá, por cierto, pensé un segundo antes de quedarme frito, por no quitarme la ropa impregnada de microbios del hospital. En fin…

Cuando desperté me extrañó que la persiana estuviera levantada, ella siempre me la cierra al llegar, no sé cómo consigue bajarla sin hacer ruido apenas porque nunca me entero. Y sobre las dos me abre la puerta para que me vaya acostumbrado a la luz, y al rato aparece con una bandeja repleta de comida que huele que alimenta, porque cocina de maravilla —que a eso se dedica en el hotel en el que trabaja, salvo los viernes, que libra para venir a prepararme el almuerzo saliente de guardia—, y a mí no me importa en absoluto que me interrumpa y no poder dormir más horas seguidas, porque comemos juntos sentados sobre la cama contándonos cómo nos fue la víspera, ya que mis guardias eternas y sus turnos maratonianos nos impiden coincidir entre semana. ¡Pero son casi las siete de la tarde, y grito en vano su nombre en nuestro apartamento desierto!




Me dirijo al baño haciendo eses, también tengo mal despertar, sí, eso ya se lo había advertido yo antes de hacer ningún test… y me lavé la cara a ver si me espabilaba, aterrorizado al no ver su cepillo de dientes en el vaso… pasé de ducharme antes de descubrir qué diablos estaba ocurriendo, porque al ir a buscar ropa para mudarme gran parte de la suya no estaba en el armario, ¡ni la maleta del altillo! ¡Joder, joder, joder! Entonces corro a la cocina y me la encuentro allí desafiante, en medio y medio de la puerta de la nevera. Tomo asiento para no caerme de culo, leyendo y releyendo la palabra: END. 

No puede ser, me digo desesperado. Mi cerebro busca razones frenético, hasta que echo el freno. A ver, Gabriel, recapacita, ¿qué has hecho? Meso mis cabellos —esta frase siempre deseé utilizarla en algún contexto, y aprovecho ahora que pega bien hacerlo, pese a sonar un tanto rebuscada, lo sé— lamentando no haberme duchado porque los noto sucios, y mi barba de dos días me rasca al pasarme la mano por la barbilla cavilando. El titular que me saca de quicio me mira de reojo desde la encimera. Sí, Nuria desayuna ojeando varios ejemplares del mes, y suele dejarlos allí mismo junto a su taza recién fregada. 

¿CRISIS DE PAREJA?
UNA CADA SIETE AÑOS

“¡Nosotros llevamos menos de cuatro!”, le contesto furioso en alto para mi sonrojo. ¡Joder, tío!, ¿estás hablando con una revista? ¡Pues claro! ¿Cómo crees que me enteré de que cuando le hago regalos porque me siento culpable por haber olvidado nuestro aniversario o algo así, es para sentirme menos culpable…?

¿Y para llegar a semejante conclusión necesitabas leerlo en…? ¡Bueno, cállate! ¡Que ya estoy desbarrando hablando solo como cuando me autodiagnosticaba durante la carrera para practicar? ¡Ah! ¿Cuando me preguntabas ‘¿Qué le duele?’, y yo te decía que me tuteases que me conocías de sobras…? ¡Sí, joder, como si no te acordaras tan bien como yo! A ver, ¡concéntrate!, que necesito recordar qué he olvidado esta vez, ¡por si aun tiene arreglo! ¿Y si empiezas por el principio? ¡Eso es! El principio… puffff, fue hace tanto que casi no me acuerdo ni de cómo la conocí. Tampoco es que le hiciera mucho caso al principio, la verdad… era una más de la pandilla de amigos de mi hermana y mía, porque compartíamos hasta eso en el instituto. 

Recuerdo que empezó a salir con un chico que no venía con nosotros y la perdimos de vista durante un tiempo, salvo cuando quedaba con su prima. Lidia —además de ser la mejor amiga de mi hermana— es prima lejana de Nuria, pero se trataron mucho desde pequeñas, y se quieren un montón. Tanto que compartieron piso mientras ambas estudiaban hostelería. Fue entonces cuando empecé a fijarme en ella, porque me dejaba caer alguna vez por allí para deleitarme con sus platos a cambio de clases particulares de química, a las dos se les daba igual de mal… Pero lo cierto es que no nos enrollamos hasta el año en que se graduaron. Un fin de semana que salimos toda la pandilla para recordar viejos tiempos… bebí de más, y me lié la manta a la cabeza. 

A mi hermana no le hacía mucha gracia que tonteara con ella, por si la cosa salía mal y luego Lidia iba dándole las quejas, aunque a esas alturas ya debió parecerle que éramos mayorcitos para saber a qué atenernos, y se llevó a la prima a dormir a casa con su novio para dejarnos a nosotros a solas en su piso. Se lo agradecí muchísimo, porque yo entonces compartía el mío con un par de pesados que no nos dejarían tranquilos en toda la noche… y ese fue el principio. Después seguimos viéndonos cuando podíamos, entre sus exámenes finales y mis prácticas no demasiado, la verdad. Lo suficiente para darme cuenta de que congeniábamos estupendamente, y de que me reía de lo lindo con su sentido del humor, tanto como me asustaba cuando se enfadaba —porque genio tiene casi tanto o más—, aunque eso lo descubrí al vivir juntos. 


Y sí, le pedí que se viniera a mi piso porque necesitaba ayuda con el alquiler. Llevaríamos unos tres meses juntos cuando su prima le dijo que se iba a Londres a buscarse la vida. Se había liado con James, un cocinero que vino de Erasmus y le propuso que se volviera con él. No se lo pensó dos veces, le apetecía experimentar fuera, mientras Nuria estaba empezando las prácticas en el hotel y no podía permitirse pagar su apartamento ella sola. Así que le dije que era la mejor opción, que yo también me quedaba sin mis dos colegas porque ellos ya habían terminado y a mí me faltaba todavía el último de la carrera y lo que viniera después… No fue muy romántico, no, e incluso tuvo sus dudas, porque no estaba segura de que fuera buena idea. Imagino que le daría vueltas comparando el artículo  “Recapacita antes de tomar decisiones precipitadas” con el de “¡Atrévete!” Al final salí ganando, decidió mudarse a mi piso y hasta hoy no nos ha ido tan mal… o eso creía yo.

Su prima fue quien le regaló el juego de palabras imanes. James le había comprado uno idéntico a ella para que adornara la nevera con sus versos preferidos de Keats, pero Nuria es bastante más pragmática y lo usó para dejarme mensajes. Palabras cruzadas, lo llamamos nosotros, porque yo se las dejaba antes de irme al hospital y ella me las ponía por las mañanas antes de despertarme o venir saliente de guardia. He de reconocer que encontrarme un I LOVE YOU me levantaba el ánimo después de un día duro, e imagino que a ella le haría ilusión que la despidiera con un ME TOO. La de risas que nos echamos con aquel ACHE que me descolocó, porque la llamé al trabajo todo preocupado por si estaba enferma, y luego resultó que sólo le dolía todo el cuerpo de las agujetas, por la noche loca que nos habíamos pasado sin dormir siquiera para recuperar el tiempo perdido…

Y el paso del tiempo originó un nuevo motivo de conversación cifrada.  BABY, me puso una mañana y sé que se marchó triste a trabajar por culpa de mi NOT YET. Le expliqué que no es que no quisiera, pero necesitaba subir en el escalafón para no tener que chuparme tantas guardias, sino iba a ser imposible compaginar nuestros horarios con un bebé de por medio. Además, pretendía ahorrar dinero para hacer las cosas como es debido, que para eso me había leído de cabo a rabo el reportaje “Tu boda: perfecta”. TIC-TAC, me repitió un par de veces al ver que los meses se sucedían sin cambios, y entonces me dio por comprarle regalos sin venir a cuento. Porque mi jefe es un capullo que o bien me tiene manía o me quiere tanto que necesita tenerme en el hospital confinado más que al resto, sino no se explica que yo siga casi igual que como empecé. Sí, y también se los compro porque me siento culpable ante los ojos de Nuria, por acatar sus decisiones sin protestar como hacen los demás residentes para conseguir un turno más digno… ella le montaría un pollo, seguro, pero yo no, no soy así, y lo sabe.

Y como sí que soy olvidadizo, hace un par de semanas que no tengo ningún detalle con ella… e imagino que este END tiene que ver con eso, que con el carácter que se gasta —que me encanta, por cierto— se ha cansado de esperar a que me decida, y ha cogido la maleta con algunas de sus cosas para dejarme plantado, a por el resto ya vendrá después. ¡Joder, me lo merezco! Y me entran sudores pensando en dónde estará, por ahí sola con el frío que hace… ¿adónde se habrá ido, por favor? No sé si llamar a mi hermana y preguntarle si está en su casa… porque la de Lidia ahora le queda lejos… El móvil me da un susto de muerte, no esperaba tenerlo con sonido, y el mensaje me deja tan alucinado que no sé si reír o llorar.



“¡Recién aterrizada! Ha venido James a buscarme al aeropuerto, ¡qué majo! ¿Ves?, no hace falta que te preocupes por mí que me cuidan… y yo a ti también, Gabi, que te he dejado algo de comer en el frigo. Después hablamos, ok?” ¡Joder! ¡Lo había olvidado por completo! Que se iba a pasar el fin de semana a Londres con su prima porque yo lo tenía a tope, haciendo turnos dobles de locura con el único propósito de juntar días para coincidir con sus vacaciones… Resoplé tan aliviado que hizo eco en la cocina desolada sin ella, y entonces me levanté para comprobarlo. “Preferiría comerte a besos”, le puse en cuanto me rugieron las tripas ante los tuppers repletos de sus delicatessen. Y al apartar la vista del teléfono me encontré con las dos palabras que tiré sin darme cuenta esta mañana en mi trance previo al sueño. HAPPY y WEEK se reían de mí a carcajadas desde el suelo. Y ellas fueron las principales responsables de que me decidiera... ¡por fin!

Le envié una foto y esperé su respuesta con el corazón aleteando. “Really?”, me preguntó incrédula ya en modo British on, supuse que por aquello de estar de cháchara con James en el coche. “¿Acepta mi proposición, señora García?”, ya que ponerme de rodillas a distancia no tenía sentido, al menos que mis imanes sonaran lo más posible a petición formal. Y me alegré de estar acostumbrado a ver con ella las películas en versión original, tras recibir su: “Yes, I do”. Mi pecho se ensanchó, consciente de que me había hecho un hombre. Hay que ver lo que se consigue usando las palabras adecuadas, pensé orgulloso, gratamente sorprendido de mí mismo porque no suelo utilizar tantas… ellas me sonreían divertidas desde la puerta de la dichosa nevera: 

WEEDING FIRST!
HOONEY MOON AFTER
(WITH BABY INCLUDED, I HOPE)  



Autora de la novela "Predestinados", primera parte de una trilogía, que sigue con el spin-off "Cuando las nubes están rosas, es que va a llover", y se completará con la publicación de la tercera parte la próxima primavera.  «Es que yo siempre he pensado que las cosas no suceden por casualidad. Cada uno va haciendo su camino, pero ese camino te va a llevar a un lugar que ya estaba reservado para ti... Y tú, si eres generosa y honesta, como le ocurre a la protagonista del libro, al final vas a recibir eso mismo en tu vida esa va a ser tu recompensa»
Editorial. Predestinados es una novela editada por Editorial Caligra del grupo Penguin Random House. 
Extracto entrevista de BEATRIZ ANTÓN "La voz de Galicia"





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