Y...SI HABLAMOS/Keren Turno
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Quisiera que el canto del
Ruiseñor descendiera hasta mi ventana y con el olor a miel que rezuma cada
mañana, mientras el recolector hace su trabajo me embriagara, así comenzarían
mis mañanas.
Si las calles y las gentes se
escucharan como lo hago yo, dirían ¡cuán escandalo! No es la gente, es el
bullicio de la vida, no son las calles, es el rugir de una vida… Y si somos
vida, encontraremos aquellas tardes en el café con las amigas o amigos que,
antes encontrábamos distantes en el tiempo, acompañadas del mejor dulce, y como
algunos le llamaban “agua sucia”. Si la vida es fuerte, démosle esa fuerza
azucarada. Tendremos almuerzos melosos entre las elaboraciones de un móvil o
una Tablet que nos acompaña en las decisiones de cambiar algo en nosotros para
mejor. Y si es cambiar a mejor, no nos odiaremos intentando fulminarnos con el
pensamiento. Nos mejoraremos, que ya estamos bien, pero lo hacemos aún mejor.
Si las noches no fueran tan
tristes cuando el cantar de los vecinos se cuela por una pequeña rendija como música,
como melodía o como tono vibrante en nuestros hogares, quizás las noches no se
harían de un televisor a todo volumen, pero lo cierto es que, a veces, escuchar
nos descubre quienes somos y quien son ellos. Aprendemos en la evolución de
nuestro día, hay un “con quién sí” y un “con quién no”. Lo sabemos y nos
empeñamos en querer fallar. A veces, queremos saber qué sufren ellos, para
saber porque las dan con nosotros.
Hablando de las noches, la luna siempre
es hermosa, llena o medio escondida, siempre deslumbra. Y uno no aprecia las
noches, hasta que no ve la aparición de esas luces pequeñas, a veces
distorsionadas por el nublo, otras rebosantes de alegría, dispuestas a mostrar
el gran espectáculo que nos brinda con tan solo alzar la vista, y entonces,
pasa una estrella fugaz. ¡Cuán majestuoso es ver al menos una en la vida! Se
vuelve uno a encaprichar en la suerte y lo divino y hasta en lo que haría con
la dicha de un deseo. Cierras los ojos con fuerza, con la mano en el corazón y
formulas tu deseo. No es el deseo, es la ilusión que provoca la galaxia.
Vuelve a amanecer y el
recibimiento de esa mañana siempre es mejor que la anterior. ¡Qué bonito sería
hacernos reír un momento entre sueño y café! Recarga las neuronas, la energía y
hasta el alma entera. ¿Dónde hubo miedo?
KEREN TURNO
ALMERIA- ESPAÑA
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