Déjà vu / Rosa Berros Canuria

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Salían de la iglesia cogidos de la mano. Sus trajes de novios un poco desfasados y sus peinados antiguos me produjeron ternura y una tremenda sensación déjà vu, pero más fuerte, más profunda. Inexplicablemente, sus caras me sonaban de una manera inquietante; sus trajes pasados de moda en más de medio siglo y la escena a la puerta de aquella iglesia, no me eran desconocidos. Toda la imagen había sido vista por mí en algún momento. En ese mismo reconocido lugar.
De repente, un resorte en mi memoria se activó; una sensación de frío glacial me recorrió la espalda y, a pesar de no tener espejo, sé que la sangre huyó de mi piel, dejándome la cara blanca como la de una estatua de mármol de Carrara.
Volví a casa deseando estar equivocada, pero temiendo e intuyendo que no lo estaba. Bajé del altillo del armario la caja de lata donde, desde mi más tierna infancia, se guardaban fotos antiguas de familiares y amigos. Hacía más de quince años que no le echaba un vistazo. Desde que murió mi madre y me negué a escarbar el dolor en la memoria. 
Saqué el contenido, lo volqué sobre la cama y revolví, levanté y tiré al suelo, hasta dar con lo que buscaba y temía. Allí estaba aquella foto que hubiera deseado no encontrar; la foto de los novios saliendo de la iglesia, la iglesia por la que había pasado apenas media hora antes, los novios que había visto salir de la mano con sus trajes y peinados anticuados. Di la vuelta a la instantánea y leí la letra cuidada de mi padre: "Boda de tío Carlos y Amparo. 29 de junio de 1959". 
Busqué la otra foto, la que sabía relacionada con la anterior y que siempre nos enseñaban a los niños a continuación con un toque de tristeza resignada. Siempre el mismo orden: primero la foto de la boda, luego la otra, la que en esos momentos hubiera deseado producto de mi imaginación, pero que allí estaba: una foto familiar, todos de luto y llorosos a las puertas del cementerio de la ciudad. Le di también la vuelta sabiendo lo que iba a encontrar y deseando que no fuera cierto. Pero lo era. "Entierro de tío Carlos y Amparo, muertos en accidente al día siguiente de su boda. Julio de 1959"
Empecé a sentirme mal. Por un momento, no supe si me había desmayado. Me silbaban los oídos con un pitido rítmico y agudo, notaba destellos de luz en los ojos interrumpidos por sombras que se movían a mi alrededor. Tenía la boca seca y, aunque intenté moverme, no lo conseguí. Como en un susurro me llegaba una voz conocida. ¿Qué hacía aquí mi hermana? ¿Dónde estábamos? ¿Dónde estaban las fotos y el armario de mi habitación? 
"¿Doctor, cree que mi hermana saldrá del coma? No sé qué es preferible. ¿Como va a soportar saber que su marido ha muerto el mismo día de su boda, en un accidente de coche cuando iniciaban su viaje de novios?”
Rosa Berros Canuria
Santander - España

Comentarios

  1. Un relato en el que el pasado y el presente se confunden, produce escalofríos sólo de pensarlo. Es ficticio, pero bien pudiera ser real. A veces, la realidad supera la ficción con creces. Me gustó cuando lo leí por vez primera cuando ambas participábamos en el Concurso de el Tintero de Oro, en la edición de Septiembre. Confieso que era mi favorito.

    Busqué imágenes por internet, al final me quedé con la de tu blog, que da bastante miedito perteneciente a la película "La novia cadáver". Puedes colaborar siempre que quieras. Un fuerte abrazo.

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  2. Un relato muy logrado, felicitaciones Rosa.

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  3. Yo también lo leí por primera vez en el Tintero de Oro y también me gustó mucho. Es muy bueno Rosa.

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  4. La foto es muy adecuada al texto, quizás es que mi imaginación vuela y los veo ya como cadáveres en una sobreexposición de las dos fotografías. Esa es la sensación que me transmite tu texto, Rosa, que las dos realidades se funden sin saber muy bien cuál es la verdadera. Me quedo con ese: "No sé qué es preferible." Enhorabuena. Besos.

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  5. Excelente y atrapante relato. Muy bueno, mis felicitaciones a la autora. Magda

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