LA NIÑA QUE NO CREÍA EN LA NAVIDAD/LOLA O. RUBIO
Era noche cerrada, un veinticinco de Diciembre de un año cualquiera. Afuera hacía frío y llovía. La pequeña Nekane, escuchó la puerta abrirse con estrépito. Era él. “El monstruo”. Mamá estaba en el salón, dormida en el sofá. Las voces empezaron “in crescendo”, aterrorizada se escondió bajo la oscuridad del improvisado refugio, (el armario del fondo del pasillo.) Su corazón palpitaba cada vez con más rapidez. Sus latidos, parecían oírse en toda la casa. “bum, bum, bum”.
Estaba temerosa de que su propio latir la delatara, con pánico de que él, su padre la encontrara. Venía ebrio, como todas las noches. Amparada en la oscuridad, se acurrucó presa del pánico. “¡Dios mío, que no me encuentre!
Con el corazón, a punto de salirse notó cómo se alejaban sus pasos bajo las pesadas botas del disfraz de Papá Nöel.
“Ya pasó, por hoy ya pasó”. –se dijo a sí misma-
Lola O. Rubio
Estaba temerosa de que su propio latir la delatara, con pánico de que él, su padre la encontrara. Venía ebrio, como todas las noches. Amparada en la oscuridad, se acurrucó presa del pánico. “¡Dios mío, que no me encuentre!
“Ya pasó, por hoy ya pasó”. –se dijo a sí misma-
Qué relato tan duro, Lola, y por desgracia qué actual. Has transmitido el terror de la niña a la perfección, tan bien que he terminado de leerte con el corazón encogido.
ResponderEliminarNingún niño debería temer a su padre; ningún padre debería infundir miedo a sus hijos. Un magnífico micro, un granito de arena más para la causa. ¡Enhorabuena!
Un beso enorme para ti.
Gracias por pasarte, apreciada Julia, Te sigo leyendo...
EliminarUn relato que encoge el alma. Durísimo y tristemente real.
ResponderEliminarApreciada Marta, es un honor que te pases por mi rincón, que es también el tuyo. Un abrazo literario.
ResponderEliminar¡Tremendo, Lola! Aparte de esa atmósfera que consigues, lo que me ha resultado demoledor es ese final que aplaza la tragedia que vendrá. Da al lector una sensación de alivio y de inquietud al mismo tiempo que hace que el micro se te pegue tras la lectura. Me encantó. Un abrazo!!
ResponderEliminarHechos como los que se cuentan en éste microrrelato son muy frecuentes, en el pasado y el presente. De alguna forma se quiere ratificar el rechazo a esas personas violentas, y más cuando es un progenitor. Gracias, David Rubio Sánchez, en breve me paso a comentarte.
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