MUERTE SIN REFLEJO/Óscar Lamela Méndez


Óscar Lamela Méndez es un gaditano de 40 años afincado en Madrid desde hace diecisiete años.





Tiene tres novelas en el mercado: LLAMADA DE  SANGRE  con Espasa Calpe en formato digital con la que ganó el concurso Tagus Live de 2014 y LOS PASOS DEL FIN  editada con Diversidad Literaria. Además, ha colaborado en varias antologías literarias como “Todos contra una” editada también por Diversidad Literaria para apoyar la lucha contra el cáncer de la Fundación Cris Cáncer y otras en colaboraciones en plena fermentación literaria.



 Llamada de sangre






¿Qué harías si la tragedia de tu pasado se volviera en una ensoñación marcada por el mensaje de una extraña joven?

El irrefrenable avance del destino de un estudiante de Química marcará el resto de su vida.

Una logia secreta, un poder oculto tras los años de soledad y el afán de poder conformarán los caminos hacia un final que él no pidió.

El origen de la sangre no conoce la humanidad, solo el cobro de las almas, si la llamada proviene de sus congéneres.



Con la segunda novela en la editorial Diversidad Literaria “Los pasos del fin”








Enrique, "Q" Su tutor le regala un libro.  Al azar lee la escena de un asesinato y se queda impactado. Es un chico de su misma edad y mismo tipo de vida.
 Sigue la lectura, pero el sueño le vence. Cuando despierta llega al salón y se encuentra la misma escena que leyó en aquel extraño libro, su tutor Leo, yace muerto en el suelo.
Su vida y la del personaje de aquel libro quedan unidas desde entonces. Lo extraño es que el personaje de aquel libro misterioso es de la época fenicia. Más de 3000 años de historia lo separan, pero sus vidas son idénticas.... O casi.
Un diario lleno de sangre, un libro maldito...



 EL ASESINO ESTÁ SERVIDO, Disponible en Amazon.


Imaginaos la típica cena de Navidad de una empresa. ¿Qué pasaría si en ella apareciera muerto el jefe y todos parecieran sospechosos? Atrévete a adivinar quién mató a Don Cándido...si puedes.

El asesino está servido podrá a prueba tu astucia detectivesca, como el buen vino.









¿Hace un milenio o solo unos segundos? Grito y mis aullidos rebotan sobre este reflejo sordo. Un segundo, un millón de planes se desvanecen repetidamente en este hondo pesar cristalino. Tanto pensar en el como sería, para acabar en esta pesadilla.

Tú que fuiste mi confidente, el guardián de mi demencia, la esquina donde esconder mis prejuicios, la pobre y orgullosa vergüenza de mis latidos. ¿Por y para qué adornaste mis oídos de tantos futuros si ayer, hoy y siempre el rojo carmín de mi vida se escurre sobre tus manos?

Prometiste la luna e incluso alguna galaxia lejana a quien no debías. Torpe y enamorada, dejé que tu media sonrisa pícara revoloteara sobre los trocitos de mi juventud. Aquella primera caricia me pareció solo un gesto puro e inefable, creí en ti hasta el punto de ocultárselo a mi madre. Desojaste la flor de mi inocencia como el pobre escritor sin musas ni convicción, escribiendo sobre mi piel cada pecado de tu conciencia.

Te quise, sí, pero a mi manera. Te perdoné en cada aniversario, sí, también lo hice cuando comprabas mi alma con tus regalos. Domingos de iglesia y mil espacios entre mis pensamientos y ese viejo madero, ese signo en el que colgaba la única esperanza de los hombres y que a día de hoy no ha sabido dar respuesta a mis suplicas. Desde aquí lo veo y ahora no puedo más que reír por dentro de amargura.

¿Qué haces, que miras, que buscas entre mis cosas? Más daño no puedes hacerme, recoge mi recuerdo y enfréntate a tu destino. Cortaste mis venas en una esperanza vana de hallar tu fuga, fue creíble estúpido bastardo, la policía debería haber visto más capítulos de C.S.I. Mientras escondías tu “yo” podrido tras esas miles de latas de cerveza que rodeaban tu sillón preferido y tu conciencia.

Sufrí en vida y en muerte la paz se aleja de este cuerpo inerte. Atrapada en este espejo, veo mi asesinato repetido desde hace 20 años y como a día de hoy, mi verdugo sigue rondando estos cuatro ángulos que forman mi habitación. Una habitación de una niña de 6 años que dejó que el amor por su padre cegara cualquier pecado o aberración, enfrentándose incluso a su madre, una madre que murió de pena sobre la almohada que veló mis sueños. Ella no está aquí conmigo y doy gracias por ello....aquí solo hay hueco para el demonio que sonríe frente a mi.

Mi última oración no será para pedir por mi, ya es demasiado tarde para ello. A quien halle mis deseos le pido una sola cosa que retumba en mi interior una y otra vez: "Tráedlo aquí..."

–¿Has oído eso María? Habrá que mejorar el audio, pero se oye algo. –Si Jorge, tiene los trazos y la cadencia típica de una psicofonía. Parece que dice: Trae aquí. –¿Usted que opina señor Diaz? -dijo Maria emocionada. –Yo no opnio -dijo el viejo malhumorado-, solo quiero que saquéis ese espíritu o lo que sea de mi casa. Llevo años sufriendo pesadillas e incluso mi mujer llegó a volverse loca pensando que era el fantasma de nuestra hija Nayra.  –¿Su hija murió aquí señor? -preguntó Jorge asombrado. –En su cama, se suicidó. Con solo 6 añitos, la vergüenza pudo con su alma y antes de confesar que fue violada por un desalmado, prefirió quitarse la vida.

En ese instante el crucifijo de la estancia cayó sobre la cama y el espejo de encima del tocador se hizo añicos. María gritó horrorizada, Jorge se levantó de un sobresalto. Ante ellos Víctor Diaz se desangraba con un trozo de cristal que sesgaba su cuello. Una bruma blanquencina se evaporaba ante ellos, Nayra era libre por fin.



ÓSCAR LAMELA MÉNDEZ

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