CARTA DESDE EL FRENTE/Kirke
CARTA DESDE EL FRENTE
Peña
Citores, 9 febrero de 1938
Querida
Manuela:
Escribo
estas líneas sin la certeza de que podrás leerlas, y en el caso de
que lleguen a tus manos, cuando las leas, no sé dónde estaré.
Primero
quiero que me perdones la tardanza en contestar a tu última misiva.
Sabes las dificultades que supone enviar cartas desde el lugar en el
que me encuentro. Llegar hasta esta posición en la montaña es
complicado, mis camaradas del Batallón Alpino suben cada dos semanas
a traernos suministros, y de paso el correo recibido en Cercedilla.
Los escasos alimentos apenas llegan para reponer las fuerzas que el
frío y la desesperación nos quitan y las cartas son un breve alivio
a la soledad que estas cumbres nos regalan.
En
las gélidas noches de guardia me refugio en el recuerdo de tus
abrazos, en la visión de tu sonrisa y en el sonido de tu cálida y
cantarina voz. Rememoro los días junto a ti paseando a la orilla del
río que riega los campos labrados por tus padres. Si cierro los ojos
puedo hasta oler tu pelo trigueño, sentir la caricia de tus manos y
tu aliento sobre mi cuello. Si no fuera por tu recuerdo hace tiempo
que me habría vuelto loco en esta guerra absurda.
Ayer
el sargento Echenique me oyó cuestionar nuestros avances y fui
reprendido, me dijo que minaba la moral de mis compañeros con mis
opiniones derrotistas. Anteriormente, “Petronio” fue arrestado
por decir en voz alta lo que todos pensamos: esta guerra la vamos a
perder. Así que he decidido callar, pero a ti no quiero mentirte. Sé
que te causo dolor con mis palabras, pero no quiero irme de este
mundo con una mentira entre tú y yo. Cada día que pasa la situación
es más delicada, las pocas noticias que nos llegan del frente en
Madrid no son halagüeñas. Esta guerra la vamos a perder y muchos
nos quedaremos en el camino.
Hace
dos días los fascistas atacaron desde La Granja y nos cayó metralla
a mansalva. Nuestra única ametralladora no fue capaz de repeler el
ataque, nuestros deteriorados fusiles apenas tenían alcance y esos
desgraciados se fueron de rositas. En cambio, nosotros perdimos a
cuatro de los nuestros: el “Ruso”, el “Bocas” y el “Gato”
murieron reventados por una granada. Peor suerte tuvo el “Pelos”,
una bala le atravesó las tripas y estuvo toda la noche gritando
mientras la vida y las entrañas se le salían por el agujero. Su
larga agonía nos hirió más que los disparos del enemigo, y yo
volví a refugiarme en tu recuerdo.
Eres mi salvavidas, Manuela. La
remota posibilidad de volver a verte es lo único que me impide
volarme la cabeza con mi pistola. Pensar que volveré a besarte algún
día es una quimera, pero soñar es la única escapatoria a esta
locura, a este sufrimiento, a esta angustia. Tú eres la única razón
de que siga vivo. A veces, creo que estás conmigo en la trinchera y
que tu sonrisa repele las balas que vienen hacia mí. Una vez se lo
comenté al “Chepas” y se estuvo riendo de mí toda la tarde,
pero él no tiene ninguna novia esperándole en casa y no entiende lo
que es estar enamorado. No sabe lo que es amar y le compadezco por
ello. Porque amarte es lo único bueno que me ha pasado, amarte es lo
único que ahora mismo tengo, y con tu amor me iré agradecido a la
oscuridad, a la nada, al olvido de la muerte si esta viene a
buscarme.
Perdóname
por hablar de muerte, sé que no te gusta que la miente. Siempre me
dices en tus cartas que si pienso en ella atraigo el mal fario, que
da mala suerte. Pero sé que no saldré vivo de aquí. Sé que, si
alguna vez vuelvo a verte, no será en esta vida. Me gustaría creer
en el Más Allá como los meapilas de los requetés, solamente por
saber que allí estaría junto a ti.
Tengo
que despedirme, el capitán nos ha ordenado bajar a Rascafría, esta
posición está perdida y quiere que nos repleguemos. Algunos dicen
que se está preparando un ataque enemigo con aviones italianos y
alemanes y que ese pueblecito es el objetivo. Me parece que huimos
del fuego para caer en las brasas. Al menos, si una bomba me
revienta, será lejos de estas solitarias cumbres nevadas y de este
paisaje desoladoramente blanco.
Quizás,
cuando recibas esta carta, el corazón de quien esto escribe ya no
esté latiendo, pero ten la certeza de que el último latido lo dio
pensando en ti.
Tuyo
para siempre:
Adrián.
MADRID
Una carta que conmueve, por lo cercano aún en nuestra memoria colectiva de La Guerra Civil Española, dónde fallecieron de los dos bandos. Este joven soldado, en la carta a Milagros, su novia muestra su penar, su sentir, su dolor, su corazón herido por la injusticia, por el miedo de no volver a ver a su amada. Es una misiva llena de sentimiento, de lo que pudo ser...
ResponderEliminarGracias, muchas gracias Kirke por colaborar de nuevo en éste tu espacio. Un fuerte abrazo.