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Mostrando entradas de octubre, 2018

LUCILE TE QUIERE MUCHO PAPÁ/Óscar Lamela Méndez

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Lucille         Te            Quiere      Mucho             Papá Hagamos una prueba, una sencilla prueba. Después de leer este párrafo has caso a lo que te diga. Sí, no estoy desvariando. Me dirijo a ti. Vamos a interactuar durante cinco segundos. Una vez termines estos renglones y este tiempo, piensa en la primera persona que te venga a la cabeza. Una de las personas más importantes de tu vida o la más importante. Ahora sigue leyendo… ¿Qué pasaría si te dijera que a esa persona le quedan otros cinco segundos de vida? Tienes ese tiempo para despedirte de ella ¿Qué harías? Imaginaos una vida en la que no puedes pensar en nadie. Puedes interactuar con ellas, ser parte de sus vidas, amarlas y ser felices con ellas, pero no puedes recordarlas, pues a los cinco segundos de ese pensamiento, esa persona morirá. Así es mi vida. No puedo vivir de recuerdos por miedo a ser el brazo ejecutor de la muerte. Llevo el peso de mi conciencia como un m

EL PINTOR Y SU MUSA/Marta Navarro

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Sólo en la quietud de su estudio, entre telas, acuarelas, témperas y pinceles, el viejo pintor hallaba consuelo. Frente a su atril, sentado sobre un destartalado taburete que sin duda había conocido tiempos mejores, inmerso siempre en un silencio absorto y melancólico, dejaba la vida pasar. Sus manos artríticas y unos ojos casi por completo ciegos a causa de las cataratas, hacía ya mucho le impedían pintar. El espectro de la pobreza y la soledad rondaba sus días y una tristeza helada desbordaba su alma. Sentía el aire cargado de ausencia y un frío extraño, un frío que de su propio interior brotaba y no desaparecía jamás, hacía su cuerpo temblar. Habitaba un mundo de sombras, de recuerdos y añoranzas. Iguales eran todas sus horas ahora y él un hombre hueco que a nadie nada podía ofrecer, un viejo solitario que abrazaba fantasmas y quizá, sólo quizá, de cuando en cuando, soñaba. Una vez había estado enamorado. Y ese amor su mundo entero puso del revés. *** El

EL INSOMNIO Y MARIAN/Juan Carlos Vásquez

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Tarpon Spring, 2.002 Esta vez el viaje había perdido todas sus facultades y yo me había contagiado. No podía dormir, solo veía su silueta con curioso afán cuando se desnudaba, así pasaba el día y la noche. Todo se volvió salvaje, actuábamos como dos animales hambrientos. Ella me imponía aplicar toda la imaginación a mis actos.   Cuatro días sin pararnos de la cama, sin comer. Solo dormir, beber y hacer el amor. Mariam me había inducido al delirio más absoluto hasta que la proporción de sus ideas no evaluaron los límites de la razón… Aquel regulador que había aspirado después de suspenderse en la sangre y cumplir con su misión regresaba para pedir más.   Quiso jugar, inventar un reto y llevarme a el pero cuando me comunicó de que se trataba me negué de inmediato.   Después de mucho pensar me informó sorpresivamente que lo dicho era un compromiso; el compromiso era la verja que delimitaba el espacio del hotel. Saltarla, equivaldría a pensar que nuestro futuro era posible