LOS TEMPLARIOS/Felisa Gonstarki




Gabriel y Piero Catalano fueron hijos tardíos de mujeres de edad añosa.

Gabriel, quien cuido de su madre hasta entrado los ochenta de ella, sin casarse ni tener hijos y por supuesto, siendo muy culto, y arquitecto de su propio destino.
Gabriel y Piero tenían una cofradía de amigos inseparables.
Todos hacían terapia de vidas pasadas, pero a ellos, les atraía más que a todos.
Y decidieron ver quienes habían sido en sucesivas reencarnaciones.

Esas reverberaciones los instaban a buscar sus orígenes.

Así llegaron a la conclusión, que en sus vidas anteriores habían sido templarios.

Y según esa terapia de vidas pasadas, basada en cartas natales, regresiones hipnóticas, y asociaciones libres Gabriel y Piero habían peleado contra los vikingos y musulmanes en Tierra Santa y habían empuñado espadas contra sus enemigos asestándoles mortales estocadas.

Tales eran sus ensoñaciones que los convocaban en sus encuentros de cofradía, que compartían todos los jueves.

Así fue que determinaron ir juntos a Tierra Santa para verificar sus reencarnaciones sucesivas y como decir, ver si tenían un deja vu de aquellos pintorescos años de guerras de los caballeros de la orden de los templarios.

La Orden del Temple, cuyos miembros son conocidos como caballeros templarios, fue una de las más poderosas órdenes militares cristianas de la Edad Media.

El éxito de los templarios se vincula estrechamente a las Cruzadas.

La pérdida de Tierra Santa derivó en la desaparición de los apoyos a la orden.
Además, los rumores generados en torno a la secreta ceremonia de iniciación de los templarios crearon una gran desconfianza.

O sea que cuando Piero se subió a su caballo y empuño la espada a la salida de Jerusalén, Gabriel ni lento ni perezoso le asesto una estocada con su espada, porque Piero Catalano no había sido templario sino vikingo, eso fue determinado por una pitonisa que había consultado Gabriel durante su estadía en Jerusalén, un anticristo, por lo tanto, un hereje de la Santa Iglesia evangelizadora.

Los tuvieron que llevar al hospital zonal, donde les diagnosticaron a los dos un delirio paranoide, producido por la ingestión de estupefacientes.
Los medicaron, atenuaron sus síntomas, estuvieron en el hospital Hadassa hasta que se reconocieron reales y actuales, en el siglo XXI.
Luego de lo cual los depositaron en un avión, volviendo a su país de origen, Argentina.

Gabriel y Piero desembarcaron en el Aeropuerto de Ezeiza, Ministro Pistarini, donde los estaba esperando la madre de Gabriel, longeva ella que al verlo logro levantarse de su silla de ruedas y abrazarlo hasta sollozar de alegría.
Lo que le infundio energías, como para vivir otros diez años más.



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Felisa Gonstarki


ARGENTINA

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